sábado, 18 de agosto de 2018

Combustible

Tan fría como el hielo en la boca
y el alma desnuda.
Fría como el cielo sin ropa
y el aire de altura.

Contradictoria como un huracán que abraza
y un terremoto que construye,
como un terreno de agua mansa
y un mar de tierra firme.

Utópica como el final de lo infinito,
caótica como una rosa sin espinas
y espléndida como el reflejo de la luna
brillando fuerte de día.

Eterna como las palabras de un poeta,
misteriosa como la profundidad de un silencio.
Amante, llena de pasión y deseo,
y cruel llena de indiferencia y ceguera.

Así me quisiste, tal cual era.
Sin cambiarme nada,
ni mi apatía incomprensible, siquiera.

Fuiste a por la rosa y terminaste
llevándote el jardín entero.
Viniste por un beso
y ahora te estoy
entregando mi vida.

Ni te vayas tan lejos porque te quiero cerca
ni esperes que te quiera si vas a irte.

Quiero abrir tus brazos para encajar contigo
que me abraces, me protejas y te sienta mío.
Ser de tus risas y tus horas de incertidumbre,
ocupar tus pensamientos cuando estás a solas.

Quiero que me encuentres cuando te sientas perdido
y bailarte en la sombra de cualquier esquina.
Ponerle mi nombre a tus insomnios
y viajar al centro de tus sueños.

Quiero que me hagas tuya mientras escribes,
ser el pañuelo de tu tristeza,
amordazar el invierno de tus manos vacías
con las promesas y planes que tengo para entregarte.

Quiero acompañarte y verte crecer conmigo, tan alto,
que podamos compartir las mejores vistas desde arriba.
Y que si nos toca caer, hacerlo con ganas, hasta el fondo.
Porque podemos renacer juntos.
Dejar atrás el fatalismo de una vida carente de sentido
y entregarnos al calor de estas llamas
que arden entre las cuatro paredes de mi cuarto
y en donde nace el paraíso,
entre la tierra de este mundo y el cielo de tus brazos.

Querido,
la poesía la dibujas tú mientras me tocas.

Que sepas que nunca creí en el amor
pero hoy creo en nosotros.
Y esa me parece la manera más bonita
de seguir causando incendios con mis textos
mientras tú sigas siendo el combustible.

Victoria Laforet

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