sábado, 18 de agosto de 2018

Ahora

Ahora que la distancia cabe en una canción de la radio,
que tu excusa favorita se convirtió en realidad,
que él es más moreno, más alto y más guapo
y cree en los finales felices
y en las casualidades eternas.

Ahora que la noche tiene luces de puticlub,
que la tristeza se hunde en una copa de ron,
que ser poeta es una estúpida moda,
que sabe más de precios que de sentimientos
de editoriales suicidas que de palabras de amor.

Ahora que mi cama huele a mujeres que no he visto jamás
que la vida es un tren que se pierde a sí mismo,
que suelo encontrar más amor al abrir la nevera,
que las piernas de algunas que ni saben mi nombre.

Ahora que el silencio es un grito desesperado,
que la palabra perdón entró en un bucle terrible,
que todos los recuerdos nos caben en una caja de zapatos
que duerme bajo la cama
donde se esconden los monstruos.

Ahora que ya no te odio por si acaso el olvido,
que ya no te olvido por si acaso te odio,
que no me sale quererte sin odiarte primero,
ni me ciego de odio sin quererte después.

Ahora que mi pecho es herida y tu vientre un conflicto,
que mi boca es de otra y tu coño un jardín,
que mis manos no entienden otro idioma que el tuyo,
que tu escote adelanta otro mes el verano
y el verano se mata cuando llega hasta a mí.

Ahora que no lloro lo que debiera por no deberte llorar,
que no sonrío como dije si te marchabas de aquí,
que caducaron promesas que nos hicimos por miedo,
que se borraron los versos de aquel poema perfecto
que tú no quisiste leerlo ni yo lo supe escribir.

Ernesto Pérez Vallejo

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